El ciclo de vida del producto se define como la evolución sufrida por las ventas de un producto/servicio determinado durante el tiempo que éste permanece en el mercado.

Esta vez, de nuevo, vamos a comparar el ciclo de vida del producto con las relaciones de pareja. Ambas suelen dividirse en cuatro fases o etapas:
1- Introducción:
En esta fase los niveles de ventas son escasos y no existe una gran aceptación del producto, con unos costes de promoción bastantes altos.
Os tropezasteis por casualidad en los pasillos de la facultad y algo os dijo que podríais hacer buena pareja juntos y no parásteis hasta que alguien os presentó.
2- Crecimiento:
Una vez que el mercado acepta el producto, las ventas crecen rápidamente. Los beneficios aumentan. Los costes de promoción bajan porque el producto ya es conocido.
Comenzó entonces la fase de los algodones de azúcar y las mariposas constantes en la barriga. “Cuelga tú. No, cuelga tú…” Os denominais el uno al otro como “mi cari”, comenzais a hablar en plural y ya no salís de casa uno sin el otro y, por supuesto, siempre vais cogidos de la mano. El destino os ha unido y conoceros es lo más bonito que os ha pasado nunca.
3- Madurez
Éste es el periodo más largo en el que el incremento de las ventas se estabiliza. El producto ya está establecido en el mercado.
Ya lleváis unos cuantos añitos juntos así que decidís dar el siguiente paso ‘lógico’, casaros. Ya estáis viviendo juntos, compartís la cuenta de ahorro y después de unas cuantas discusiones decidís con qué familia pasaréis las próximas tan entrañables navidades.
4- Declive.
En esta fase las ventas decaen. Los beneficios se reducen. Puede deberse a la pérdida de interés por parte del consumidor, por el aumento de la competencia o que ésta lo está haciendo mejor o quizás porque el producto se ha queda obsoleto.
Y llega el momento en el que discutís y os quejáis por todo. Comenzáis a ver arrugas, alopecia y barriguitas incipientes. Todos sus comentarios os parecen aburridos y fuera de lugar. Os hacéis los remolones todo lo que podéis y más con tal de llegar lo más tarde posible a casa.

Una vez alcanzada esta fase existen algunas opciones para intentar impulsar nuestro producto/servicio y lograr la remontada:
1 Eliminar el producto: Directamente pedís el divorcio por desavenencias irreconciliables.
2 Discontinuar gradualmente su producción: Os separáis pero organizáis ‘encuentros’ ocasionales para intentar llegar a alguna conclusión de cómo solucionar lo vuestro.
3 Revitalizarlo, a través de alguna modificación: Hay parejas y todos conocéis a alguna que encuentran en la idea de tener un hijo una forma de fortalecer la unión perdida. Aunque quizás algo menos arriesgada podría ser, por ejemplo, la opción de tomarse un mes de vacaciones e irse a una isla desierta de Balí a compartir descanso, paz y largos paseos por la playa. Alternativas en esto, como en la empresa, existen infinitas y de lo más dispares.
Conclusión:
Como los seres vivos, los productos nacen, crecen, se reproducen y mueren. Y ahí está la magia de los especialistas del marketing, ellos son un punto decisivo para impedir que se llegue nunca a esa fase de declive.